PERDONEN QUE ME LEVANTE
Ciertamente nuestra profesión es compleja. Pero mas allá de la dificultad que se le presupone a una profesión que pretende atesorar los secretos «masónicos» de la buena construcción, de ser capaces de levantar edificios que parecen desafiar las leyes de la gravedad, de siquiera rozar levemente y en contadísimas ocasiones la belleza con la punta de los dedos, y de tener que ser enterrados vivos en las pirámides, para que así nuestros secretos mueran con nosotros, tenemos mas señores… mucho más.
Todo lo anterior prácticamente se presupone, y como todo lo que se da por hecho, va perdiendo valor. En este caso me refiero a lo increíblemente compleja que se ha vuelto nuestra profesión los últimos 25 años.
Uno ya empieza a tener una provecta edad, y cada vez llevo peor que me obliguen a pasar, hasta la extenuación, por el aro de la increíble carga burocrática que conlleva el ejercicio de nuestra profesión.
Sin ir mas lejos hace un par de meses hicimos en el estudio un «proyectito» para realizar la salida de humos de un local, y me refiero a sacar un tubo de acero por el patio del edificio, ¡nos salió una memoria de doscientas páginas!… ¡Es que nadie se da cuenta del absurdo al que estamos llegando!.
Ya no es que solo los arquitectos españoles estemos talando el Amazonas, es que cada vez nos separamos más y más de una sociedad que no entiende absolutamente nada. ¡Pero cómo nos va a entender, si yo mismo no entiendo como hemos llegado hasta aquí!.
Y es que la capacidad que tenemos los arquitectos de mirarnos el ombligo, no tiene límites. Pero de lo que parece que no nos damos cuenta, es que la vida sigue más allá del Colegio de Arquitectos.
Bastante teníamos ya los arquitectos con ser los «raritos» del proceso constructivo. El resto de participantes hablan el mismo idioma, se entienden con una mirada o con una ligera mueca. Saben lo que quieren, y todos quieren lo mismo… Quieren DINERO (con perdón).
Hay una escena en la Isla del Tesoro en la que unos piratas retroceden repugnados ante un joven honrado… «No te puedes fiar de un hombre honrado, nunca sabes lo que puede hacer»
Pues bien, más allá de este símil literario, el problema es que los últimos años hemos pasado de «raritos» a «marcianitos». La cantidad ingente de normativa y de burocracia que tenemos que aguantar día a día, hace que nuestra profesión esté tendiendo al mas absoluto sin sentido.
Señores, que estamos aquí para servir a la sociedad, en precio y en plazo, y para poder vivir dignamente de nuestra profesión. Si cualquiera de estos dos aspectos falla estaremos inevitablemente avocados a la extinción. Y ya os digo que mas de uno hará una fiesta ese día… y seguramente con razón.
Sin estas dos bases perfectamente cubiertas, no tiene sentido que discutamos sobre el CTE, la LSP, el modelo colegial, o cualquier otro tema que se nos ocurra para seguir retozando en nuestro propio lodo.
Si la normativa prácticamente impide el ejercicio de la profesión habrá que cambiarla, y para ello habrá que hacer LO QUE SEA. Y si El Colegio de Arquitectos se empeña en ser una piedra más en el camino, en lugar de un «amigo», tenderá inevitablemente a que los arquitectos pidan su desaparición.
El Colegio debe de estar para defender a los arquitectos, para dar «calorcito», para solucionar problemas, para unir a los compañeros, y para demostrar a la sociedad que somos parte de la solución y no del problema.
– No puede ser que los proyectos tengan diez veces más «paja» que contenido.
– No puede ser que los proyectos tengan tanta «paja» que es imposible para un constructor encontrar lo importante.
– No puede ser que planteemos los proyectos como experimentos matemáticos a construir por físicos nucleares en un plano conceptual utópico.
– No puede ser que un proyecto de un aparejador sea un tercio del de un arquitecto… y sirva para lo mismo
– No puede ser que el Ayuntamiento ponga cada vez más dificultades para tramitar un proyecto
– No puede ser que el Colegio de Arquitectos ponga muchas más dificultades que el Ayuntamiento
– No puede ser que cambie la normativa cada municipio, cuando muchas veces ni siquiera sabes si estas en uno u otro.
– No puede ser que en urbanismo haya más abogados que arquitectos.
– No puede ser que los aparejadores hagan proyectos para los que no tienen atribuciones y no pase NADA.
– No puede ser que tengamos una responsabilidad enorme y cobremos menos que una empleada de hogar.
– No puede ser que en este país exista algo tan increíblemente injusto como las demandas solidarias.
– No puede ser que los promotores no tengan responsabilidad personal.
– No puede ser que los constructores no tengan responsabilidad personal.
– Y no puede ser que una de las profesiones mas bonitas que han existido, este prácticamente irreconocible.
Señores, como dijo Jack Palance en «Los Profesionales», la revolución ha pasado de diosa a mujerzuela… y vamos a necesitar mucha fuerza, resistencia, e ilusión para volver a encontrarle sentido a esto.
Estudio de arquitectura
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