El día siguiente amaneció según lo previsto, lluvia, frio y niebla, pero absolutamente precioso. Subimos a la moto con nuestros trajes de agua, y recorrimos bajo la lluvia los escasos kilómetros que separan Sallent de Formigal.
El aparcamiento de entrada a la Riders habían cientos de motos, puede que miles, y de entre ellas cabe destacar la estrella del año. La nueva GS refrigerada por agua estaba por todas partes, parece como si todos los flamantes propietarios de este nuevo modelo se hubieran propuesto venir a la Riders.
En cualquier caso, en el aparcamiento se juntaban todo tipo de motocicletas de la marca Bavara. Desde veteranas R 1150 GS como la mía, hasta las últimas novedades; no sin pasar por algunas preciosas boxer clásicas.
Una vez en el recinto, y tras la fotito de rigor en la puerta, pudimos disfrutar de las múltiples carpas que BMW ha montado para la ocasión. A destacar de entre todas ellas, la carpa social donde numerosos conocidos viajeros hicieron las delicias del público, contando todo tipo de anécdotas sobre sus viajes.
No podía abandonar la Riders sin que Miquel Silvestre nos firmara su nuevo libro. En principio mi intención era únicamente, que mi mujer me hiciera una foto con él. Pero le falto tiempo al amigo Miquel para preguntarle a Silvia si ella no quería una foto, y cogerla del hombro con mucha más ilusión que a mí. Bromas aparte, y una vez leído su nuevo libro, tengo que agradecerle a Miquel la capacidad que tiene para hacerme soñar con cada libro.
También me gustaría destacar la inspiradora charla que dio Alicia Sornosa, sobre su ruta desde Alaska a Tierra de Fuego. La verdad es que después de una de estas charlas te entran ganas de subirte a la moto y no parar en un par de meses. ¡Que valor tienes Alicia!.
Una vez acabado el día, nos retiramos antes del festival nocturno, ya que al día siguiente teníamos lo que se preveía como un durísimo viaje de vuelta. Así que llegamos al hotel, nos quitamos la ropas mojadas, ya que no había parado de llover durante todo el día, cenita otra vez en el Sitio, gin-tonic y al sobre.
Amaneció una vez más con un clima totalmente invernal. Pirineos es una de las zonas más hermosas de España, pero con este clima se convierte en mágica.
Empezamos el descenso bajo una copiosa lluvia. Se hace difícil conducir ya que la velocidad que obliga el sinuoso trazado y el agua, impiden que en casco se limpie de forma automática con el viento. Lo que obliga a tener la visera abierta, y las gotas de agua y sobretodo el granizo que llegó a caer en algún momento, se clavan en la cara como alfileres.
La lluvia no nos abandonó hasta pasar Huesca, y luego de forma intermitente hasta pasar Teruel. Aprovechamos que paro de llover para hacer una parada en Daroca y su impresionante centro medieval. Más tarde paramos a comer en Teruel, y tuvimos que interrumpir nuestra comida en una terraza, por el tremendo chaparrón que se formó en un momento.
El tiempo empezó a cambiar, y en Requena el verano volvió a aparecer con fuerza. Siempre impresiona levantarte a 10 grados de temperatura, a las pocas horas estar bajo un sol de justicia, y asfixiándote bajo la ropa de invierno de la moto.
Poco después, y ya completamente metidos en el estío levantino, llegamos a casa cansados, pero con el convencimiento de que en unos meses íbamos a recordar este viaje como una aventura.
Mención especial para mi mujer Silvia, que me ha demostrado que está hecha toda una motera, y que está más que preparada para nuestro soñado viaje a la Toscana. Así como a mi veterana montura, que una vez más me ha mostrado su gran nobleza y espíritu aventurero.
Estudio de arquitectura
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